jueves, 8 de noviembre de 2007

Comiendo y sin trabajar

Este trozo de texto fue cobardemente arrancado del journal de un sujeto que tiende a dirigir el rostro hacia quien lo llame Gustavo. Y bien, se supone que uno no debería ventilar sus intimidades en un medio tan prostituido como el que soporta este entreverado de letras, pero al estar falto de billetes con cara de Basadre, tenerle miedo a los consultorios y, sobre todo, odiar esas ridículas sesiones de terapia que (a menos que tengas la paciencia que no le tienen al Chavo)... que... bueno, confieso que fui a terapia una sola vez en mi vida, y no fue ridícula, pero me divierte decir que lo fue.
En fin, como dicen los dermatólogos: "vamos al grano". Lo que sucede es que desde hace unas semanas vengo experimentando el síndrome parasitario familiar. Tengo dos padres (papá + papá no pues >> papá + mamá) que ya no soportan más tener que cargar con los 65 kilos de deliciosa carne y otras cojudeces de la que estoy hecho. Digamos que despertarse a las 8:oo am está bien, estirar los brazos unos cinco minutos más no sería mucha molestia, estirar los pies otros diez minutos... ¡vamos! ¿quien no se toma un tiempo para relajarse antes de bajar de la cama?... ehm, me parece que luego de soportar la alarma del celular durante esos 15 minutos, sumados al cansancio de anoche y el trabajo que cuesta estirarse en la mañana provocan una resiesta, entonces debería hacerse algo ¿no?. Perfecto, tomamos el bendito celular y... demonios, ¿cómo rayos se me olvidó?... tenemos que fijarnos antes si anoche, mientras soñábamos con Susy Díaz, o Tongo o los dos, recibimos ese mensaje, ¿ustedes me entienden?... (Cuando terminas con alguien o viceversa existe el vicio de esperar con ansias alguna señal de vida de la otra persona, pero esa es una historia a parte). ¿Revisaste tu celular, y quieres seguir sabiendo cómo hacer para convertirte en mí?, bueno, ahora debes ponerte a pensar en por qué no se te ocurrió antes reprogramar la alarma del celular... ¡Eureka!, piensas, y dices: "como yo leí el manual del pendejo y soy más vivo que Shin Chan, entonces alargo el sueño de anoche una hora más". ¿Qué se hace?, pues se duerme un toque más. Luego de repetir la operación de "dormir un toque más" quince veces, el sol comienza a darse cuenta de lo cerdo que eres, por lo que (POR TERMINAR...)

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